Revista Rua


"La mayoría del público no es empleado público": asueto de carnaval en Bs As y medios
"The majority of the public is not a civil servant": carnival leisure in Bs As and media

Patricia Bouzas

Por su parte, los discursos al mismo tiempo, circulan o dejan de circular. Es decir, incluyen sus propios trayectos del decir. Los sentidos que provocan los discursos no están ni en su constitución, ni en su formulación ni en su circulación como momentos aislados y diferenciables, sino en la amalgama compleja que los implica. A esto hay que sobreponerle la cuestión de los medios de circulación ya que éstos nunca son neutros. La importancia del momento de circulación es también decisiva en tanto un sentido tiene más posibilidades de imponerse a otros cuanto mayor es su posibilidad de circulación debido a que aquello que no circula está condenado al silencio. No tiene posibilidades de sedimentar en la memoria, de ser legitimado, de ser repetido. Lo que se está sacando cuando se saca de circulación un sentido es, precisamente, su posibilidad histórica de significar. De este modo, la cuestión de la repetición vuelve como necesidad de la memoria.
La pregunta que nos permite formular este marco respecto del espacio urbano es aquella que apunta a la ciudad como lugar de producción de sentido. Pensar la ciudad desde un abordaje discursivo (Zoppi Fontana, 1998) implica ver cómo operan los distintos discursos sobre el espacio urbano. Discursos que provienen de matrices diferentes pero que, a la vez, tienen disímil peso relativo en la construcción de una interpretación autorizada de la ciudad y en la producción de los efectos de evidencia que logran instalar. Discursos que, por ello mismo, orientan las prácticas del espacio urbano. (Zoppi Fontana, 1999 a)
 
LOS DISCURSOS HEGEMÓNICOS ALREDEDOR DEL ESPACIO URBANO
 
Como ya hemos esbozado, la realidad es un efecto de lo imaginario y obedece al principio de construcción de la ilusión referencial. Desde esta perspectiva, lo real es un conjunto de evidencias que aparecen para el sujeto como necesarias, como imagen transparente del mundo. Esas evidencias son producidas por el funcionamiento de la memoria discursiva que provee al sujeto los elementos de su decir (Zoppi Fontana, 1998). En la amalgama de discursos que interpretan y significan lo urbano, diversos enunciados, organizados a partir de saberes especializados, intervienen de manera dominante. Es así que habilitan ciertos gestos de interpretación (Orlandi, 2004) que reaparecen como programas de intervención en la ciudad y son responsables no solo de la organización física y jurídica del espacio urbano, sino sobre todo, de un determinado “sentido común” en relación a la configuración de la ciudad y a la relación que el sujeto