Revista Rua


Un futuro frente al río. Gestos de interpretación en el discurso de lo urbano

María del Rosario Millán

Este patrón es legitimado desde el discurso de lo urbano como un deber moral del estado, un rescate necesario, en nombre de un colectivo difuso –la ciudad como concepto- y en aras de un futuro mejor (consolidación de Posadas en el cuadro regional, secuencia 2 y 4).
Legitimidad que deviene no sólo de la autoridad del estado para planificar sino también de esa construcción de futuro armonioso que traté de describir. Creo que la temporalidad que el sintagma Abrir la ciudad al río configura, sirve de plafón para que los procesos de segregación y las actuales políticas públicas de urbanización se tornen hegemónicos. Y es que en los decires de la discursividad del urbanista aparece con claridad la complejidad de lo político tal como lo define Guimarães (2002): el conflicto entre la afirmación de la igualdad y la división desigual de lo real.
Otro punto interesante de señalar es que en todo el texto no hay designaciones con nombres propios para los sectores afectados por las intervenciones propuestas. Es como si en esos espacios a intervenir no habitaran humanos. Se manifiesta así, otro gesto de interpretación que realiza el discurso de lo urbano sobre la ciudad, entendida -desde la perspectiva analítica que he adoptado- como “un espacio simbólico diferenciado que tiene su materialidad y que produce su significancia” (Orlandi, 1999: 8). Gesto de saturación y clausura por el que todos los espacios y sentidos de la ciudad son sobresaturados sin dar lugar al vacío, al equívoco, pues todos los espacios (y sentidos) están previamente proyectados por el urbanista, silenciando de ese modo las “contradicciones estructurantes de la vida social de la ciudad” (Orlandi, 1999: 12).
Asimismo, se da lugar a un proceso de espacialización que recoloca la cuestión de la ciudadanía en términos espaciales, mediante un doble dislocamiento. En primer lugar, un dislocamiento de lo político (derecho a la ciudad) a lo social (la falta de derecho como cuestión social) y en segundo lugar, de lo social a la representación espacial del conflicto (la cuestión social redefinida como cuestión urbana) (Zoppi Fontana, 1999: 108).
Estos dislocamientos producen un efecto de sobredeterminación: “el urbanismo se presenta como parte del imaginario que interpreta lo que es urbano, sobreponiéndose a la ciudad, delimitándola, diseñando sus sentidos (significándola) así como a lo social. (...)La imagen que el sujeto ciudadano tiene de la ciudad es atravesada por la discursividad del urbanista que no deja trabajar muchos de los sentidos que materializan política y simbólicamente la ciudad” (Orlandi, 2004: 6364). Sobredeterminación, por cierto, avalada desde un campo de saber científico técnico, la planificación urbana, que se arroga “el monopolio de la explicación de un territorio determinado” (Silvestri, 2003: 43).
Y esto es posible porque, siguiendo a De Certau, el hecho urbano abordado desde el conocimiento urbanístico transforma la pluralidad que lo caracteriza (la diversidad de la vida) en concepto de ciudad y crea a su vez un sujeto universal y anónimo (la ciudad en si misma) con propiedades estables, aislables y articuladas unas sobre otras. Esta ciudad concepto, imaginada y proyectada por el urbanismo, promueve la idea de “progreso” y “desarrollo”, como meta y justificación de una intervención espacial y temporal sobre la materialidad física de la ciudad. De ese modo, la ciudad deviene al mismo tiempo en “maquinaria y el héroe de la modernidad” (De Certau, 2002:107) y en un lugar estratégico para la producción de sentidos en pugna que intervienen en el debate sobre lo moderno(Gorelik, 2002).
 
Conclusiones
En este trabajo he realizado un abordaje al discurso de lo urbano a partir del análisis de Plan de Infraestructura, equipamiento, y usos urbanos del área costera de la ciudad de Posadas, focalizando mi atención en los conceptos de acontecimiento de lenguaje, preconstruido y efecto de sustentación. Tomé para ello el sintagma Abrir la ciudad al río y algunas de sus reformulaciones parafrásticas para comprender el tipo de temporalidad que ese acontecimiento inaugura: los recortes del pasado que realiza, el presente que configura y el futuro que proyecta. Consideré también ciertos aspectos de las condiciones de producción del discurso. En primer lugar las relaciones de sentido entre el discurso de lo urbano y el discurso histórico que daban cuenta de un efecto de preconstruido mediante el cual una idea de ciudad o función es presentada como una determinación histórica, sustentada en los relatos de una historiografía local ligada a la construcción de una identidad provincial de corte esencialista. 
Por otra parte, identifiqué los lugares sociales y del decir que apoyan la articulación de argumentos para definir modelos de crecimiento y de ciudad: el lugar del urbanista y del estado en tanto lugares sociales autorizados para la planificación posicionados en el lugar de un enunciador universal. Lugar éste que se presenta por encima de la historia, sometido a un régimen de verdadero falso desde el cual se dice algo sobre el mundo, y que sostiene, en el caso analizado, ciertos efectos de sustentación por medio de los cuales se simplifica y reduce la complejidad del hecho urbano a unos pocos factores cuantitativos. 
Todos estos procedimientos discursivos dan lugar a la configuración de ciertos gestos de interpretación del discurso de lo urbano que tienen un efecto de sobredeterminación dentro del espacio simbólico que define a la ciudad. Y ese gesto se produce mediante el silenciamiento de ciertos aspectos de lo real urbano y lo social que lo acompaña.
Por último quiero aclarar que este trabajo no tiene la intención de negar la necesidad de organizar el espacio urbano y considero imprescindible el desarrollo de la disciplina urbanística para las sociedades contemporáneas. Más bien lo que intento es proponer una mirada crítica que ayude a la reflexión de las políticas públicas urbanas, poniendo atención en la dimensión simbólica de la planificación urbana.