Revista Rua


Un futuro frente al río. Gestos de interpretación en el discurso de lo urbano

María del Rosario Millán

En la secuencia 4 se ejemplifica cómo los límites a la representación que impone un dominio de saber (técnico) como el urbanismo fija reglas y horizontes teóricos para confrontar lo real urbano. Comenzaré por desmontar el razonamiento de la secuencia basado en un procedimiento argumentativo: la generalización por deducción. En ella se establece un hecho o fenómeno y los elementos que lo componen; se establece también el tipo de relación que estos poseen. De ese hecho se concluye una abstracción, es decir una generalización, una ley.
Tres pensamientos articulan ese razonamiento de tipo silogístico:
1) La evolución de la ciudad siguió el desarrollo de la infraestructura.
2) Si hay infraestructura la ciudad crece
3) El desarrollo de la infraestructura junto al río hará que la ciudad crezca en esa dirección.
Estos tres pensamientos son relacionados por implicación: la propiedad del crecimiento es correlacionada proporcionalmente al desarrollo de la infraestructura mediante el uso de una preposición que liga en proporción directa una escala de infraestructura a una escala de crecimiento urbano. Creo que en este razonamiento opera un proceso de silenciamiento que hace posible la representación de lo espontáneo y desordenado tanto en la caracterización del crecimiento de la ciudad y como de los procesos de urbanización que lo orientaron.
Por efecto de sustentación, la implicación de la propiedad del crecimiento al desarrollo de la infraestructura reduce la diversidad de la vida que supone la ciudad a dos variables cuantitativas: el número de población y la extensión de la red de servicios, silenciando otras posibles explicaciones para el desarrollo y la historia de la ciudad. Siguiendo a Orlandi que distingue entre el silencio en tanto fundador de la significación, ligado a la construcción del poder decir, y el silenciamiento (política del silencio) que “es la práctica de procesos de significación por los cuales al decir algo apagamos otros sentidos posibles más indeseables en una situación discursiva dada” (Orlandi, 1989: 40), es posible decir que uno de los efectos de sentido que produce el discurso urbanístico es el silenciamiento de otras formas de abordar y representar “lo real urbano”.
En el texto analizado el silenciamiento se produce por el uso de ciertas palabras que caracterizan el crecimiento urbano y por la simplificación y reducción de los factores que lo explican. El adjetivo “espontáneo” utilizado para describir la ocupación de las zonas costeras por parte de los pobres urbanos opaca otras posibles formas de describir ese proceso, como las elaboradas por ciertos estudios sociológicos y antropológicos. Estos estudios tratan los procesos de construcción del espacio a partir de otros marcos de interpretación y permiten entender de otro modo aquello   que es considerado desordenado por el urbanismo. Desde esta perspectiva, los procesos de urbanización son entendidos como configuraciones espaciales que objetivan relaciones sociales pasadas y presentes e imponen límites a las actuaciones individuales y colectivas. Configuraciones espaciales que generan procesos de diferenciación funcional y social en relación con una trama urbana de mayor escala (en este caso regional) y el sistema de relaciones que la configura, porque son el producto de una estructura espacial de inversiones característica del sistema de relaciones del mundo capitalista que tiende a canalizar los excedentes hacia centros mayores (Gonzáles Villar, Sintes, Báez, 2004: 205-206).

Estudios sobre la constitución de la pobreza urbana regional (Pobur/CONICET Proyecto Pobreza Urbana. Universidad Nacional de Misiones –Consejo Nacional de Investigaciones científica y Técnicas, 1989) y las relocalizaciones forzadas (Bartolomé 1984; 1985; 2001) (Barreto 2002; 2004) en la ciudad de Posadas analizan los procesos de urbanización a partir de diversos factores en relación con el sistema de relaciones capitalistas. Basándome en esos trabajos distingo dos patrones de crecimiento. El primero asentado sobre un orden vertical (alto / bajo) determinado fuertemente por las condiciones físicas del entorno natural y que impulsó la ocupación de las tierras altas del casco céntrico por parte de los sectores más ricos, mientras que la población de menores recursos ocupó las áreas bajas aledañas al río y los arroyos que desembocan en él. El segundo patrón se organiza sobre la base de un movimiento centrípeto: la organización del espacio sujeta a procesos de ocupación / valorización / desplazamiento / segregación /diferenciación de fracciones sociales. Los sectores pobres desplazados por el impacto de la represa Yacyretá u otros motivos se asientan en lugares con escasa o nula infraestructura, la llegada de ésta valoriza la tierra y encarece el nivel de vida. Siguiendo este