Un elemento a destacar es que la carrera universitaria de Magisterio (antes de la entrada en vigor de los nuevos títulos de grado) no contempla las prácticas en contextos reales dentro de las asignaturas ordinarias. Las oportunidades que tienen sus estudiantes estar en contacto con los niños y poner en práctica sus habilidades es prácticamente nula (exceptuando el periodo de prácticas en la escuela, en el último curso de la carrera), es por eso que todos destacan la gran importancia de poder disfrutar de espacios como estos para poder hacer un acercamiento verosímil a su futura profesión.
Durante el curso 2008-2009 participaron 10 voluntarios, en el siguiente curso fueron más de 30 y no dejan de aumentar. Esta tendencia constituye un indicador claro del éxito de la iniciativa, y lo es aun mas porque los estudiantes no reciben nada a cambio de su participación, nada material o académico, se entiende, ya que ellos hacen que la experiencia les aporte muchísimas otras cosas, como las que ya hemos descrito en este escrito.
7. Reflexiones finales
A partir de los argumentos expuestos y de los resultados obtenidos a lo largo del proceso de investigación-acción, podemos afirmar que el proyecto comunitario objeto de estudio tiene un gran potencial como entorno de aprendizaje que complementa la formación inicial de maestros y maestras. Este potencial se basa en una de sus características esenciales: se trata de un proyecto y un contexto real, adaptado y desarrollado en base a las necesidades de la comunidad que participa. Cada persona o grupo implicado contribuye en el propio proceso de desarrollo del proyecto y en el aprendizaje colectivo que se va creando conjuntamente. Los estudiantes de magisterio aportan una dosis tremenda de energía e ilusión y reciben experiencia en la práctica profesional y vivencias personales muy intensas. El trabajo cooperativo y en red es un tema recurrente en la formación de maestros pero en raras ocasiones se brinda la oportunidad a los y las estudiantes de formar parte de un ejemplo concreto, real y que funcione. Esta es la riqueza del proyecto “Girona, ciudad semilla de ciencia”.
Sin duda, el hecho de ir añadiendo agentes y colectivos en el proyecto supone una gran contribución, pero no hemos de olvidar que a medida que aumenta la complejidad también aumentan los retos asociados a ella. Se trata de un proceso de aprendizaje colectivo
