En los últimos años ha emergido un notable interés y auge de la ciencia escolar en las etapas más tempranas y una rápida expansión de los museos y centros de ciencia donde la consigna es “prohibido no tocar”. Por otro lado y de manera generalizada van apareciendo nuevos objetivos curriculares y estándares nacionales que parecen desarrollarse paralelamente a un creciente interés internacional en evaluar y medir las competencias y aprendizajes de los alumnos en algunas áreas de conocimiento. La utilización de pruebas como PISA y TIMSS[2] son ejemplos ilustrativos en el ámbito de la educación científica.
Jenkins (2009) dedica todo un artículo a explorar y comentar una selección de informes y documentos oficiales de reformas en educación científica y llega a la conclusión que la gran mayoría, si no todos, acaban siendo declaraciones de intenciones o deseos en vez de reformas actuales/reales. El reto actual es materializar y concretar dichos informes en políticas y planes de acción que promuevan e impulsen una mejora real en las clases y escuelas. En este sentido la formación de docentes adquiere un rol crítico esencial.
Estos cambios se suceden al mismo tiempo que confluyen otras tendencias a nivel nacional e internacional. Son ejemplos la creación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) y la reorientación de los currículos hacia una perspectiva competencial. El conocimiento factual es imprescindible pero por sí solo no es suficiente para afrontar los retos del siglo XXI. Es necesario tener conocimientos y capacidades y saber cuándo movilizarlos y de qué manera hacerlo. A partir de esta idea surge el enfoque de la educación basado en competencias.
Una competencia requiere de la combinación de capacidades cognitivas y prácticas que se interrelacionan, conocimiento (incluido el conocimiento tácito), motivación, valores, actitudes, emociones y otros componentes sociales y de comportamiento que pueden ser movilizados para una acción efectiva en un contexto y situación determinados (OECD, 2002).
Según el marco evaluativo de PISA (OECD, 2006) la competencia científica hace referencia a los conocimientos científicos de un individuo y al uso de ese conocimiento para identificar problemas, adquirir nuevos conocimientos, explicar fenómenos científicos
[2] PISA es el acrónimo de “Programme for International Student Assessment”, y TIMSS de ”Trends in International Mathematics and Science Study”.
